Entrevista
Fatmata Binta: “Las mujeres fulani cuentan historias y expresan sus alegrías y sus penas a través de la comida”
Las historias que cuentan los platos de Fatmata Binta hablan de una adolescencia rota por una guerra, de la riqueza cultural de sus ancestros y de una creencia firme en el poder de cambio que radica en la comida. Esta chef africana nos acompañará en FéminAs, pero antes hemos hablado con ella.
Lentamente, pero con firmeza, la África culinaria alza su voz. Aún no son legión, pero cada vez son más los nombres propios de la cocina africana que traspasan fronteras. Y lo más estimulante es que muchos de ellos son nombres femeninos, como el de Fatmata Binta. Con esta cocinera nacida en Sierra Leona, pero que tuvo que abandonar su hogar debido a uno de los conflictos más cruentos de la historia reciente de África, la cocina nómada toma protagonismo no solo por su valor gastronómico sino también por su sostenibilidad.
Los ancestros de Binta son los fulani, “el mayor pueblo nómada de África”, una tribu básicamente dedicada al pastoreo y que ha tenido que adaptar su cocina a ese movimiento perpetuo que reclaman sus rebaños. “En una comunidad fulani consumimos menos debido a nuestra constante migración y nos centramos en aquello que puede aportarnos cada entorno. La mayoría de nuestros ingredientes se secan al sol y así están listos para llevar cuando sea necesario. De esta manera, no se desperdicia nada”, explica Fatmata Binta para darnos una de las claves de por qué los fulani y la cultura nómada es de las más sostenibles del planeta. Una lección de la que el mundo debería tomar nota.
Fatmata lo hace y la da a conocer a nuestras sociedades sedentarias a través de Fulani Test Kitchen, una iniciativa que pretende trasladar la filosofía del estilo de vida y la cocina fulani mediante pop-ups gastronómicos en los que sumergirse en menús sostenibles elaborados a partir de un 70% de vegetales recolectados en sus propios huertos y una clara política de desperdicio 0. Y parte esencial de la enseñanza que nos transmiten los platos de esta chef es la del conocimiento de un superalimento, un cereal ancestral, el fonio.
“Personalmente, tengo una conexión especial con el fonio. Viví una brutal guerra civil cuando era adolescente en Sierra Leona y tuvimos que huir a Guinea Conakry, a mi casa ancestral. Muchos de los alimentos disponibles no podían mantenernos a más de 100 personas en una pequeña aldea, así que mi abuela tuvo que cultivar fonio para alimentarnos y la agricultura era una gran forma de canalizar nuestra energía como adolescentes. Así que es importante para mí compartir su potencial en los discursos para educar sobre la seguridad alimentaria”. Un potencial que tiene impacto en muchos planos: su cultivo evita desertizaciones, no contiene gluten pero sí cinco veces más fibra que el arroz y es un activador social clave en las comunidades africanas; ya que “el fonio representa, sobre todo para las mujeres -que son las que lo cultivan-, seguridad, fuerza, sororidad y el poder contribuir a la propia sociedad”.
Mujer y comida; mujer y gastronomía
El rol de la mujer en relación con la comida es fundamental en muchas culturas, también la africana, en la que además la cocina es un espacio de libertad para esas mujeres. Así lo recuerda Fatmata Binta de las mujeres de su familia: “crecí en una comunidad en la que las mujeres expresaban sus alegrías y sus penas a través de la comida, también sus historias, la moda o los acontecimientos culturales o festivos. Uno de mis recuerdos más queridos es el de las mujeres de mi familia cocinando juntas durante dos días para celebrar algún evento importante de la comunidad. Gran parte de mi pasión por cocinar nace de esa vivencia”.
Pero la realidad de la cocina profesional dista mucho de esa experiencia en femenino que vivió Binta durante su niñez. A pesar de que, durante generaciones, han sido las mujeres las que se han hecho cargo de las cocinas familiares la alta cocina es un espacio dominado por los hombres. “Inicialmente, esta realidad fue todo un shock para mí, pero ahora me sirve como motivación para hacerlo aún mejor”, ya que -según Binta- “esto implica que en mi caso tengo que trabajar diez veces más duro para conseguir el mismo reconocimiento que un hombre”.
Y el suyo es un trabajo no concebido solo como la elaboración de platos sino entendiendo “la comida como un puente ente gentes y comunidades, un lenguaje universal con el que todos podemos sentirnos bien”. Una visión del acto de comer que la cultura nómada africana resume muy bien: “los fulani, como nómadas, creemos que comer sobre una estera y en el suelo ayuda a establecer la estructura social del grupo, de la familia, también espiritualmente porque te ayuda a conectar con el otro fácilmente. En la estera compartes la comida y la experiencia facilita el diálogo, la calma…”.
Otra lección que aprender de la cultura gastronómica africana, una cultura “muy antigua pero nueva para un mundo global que la está descubriendo poco a poco, una cultura muy rica, desconocida y, en las zonas rurales, aún virgen en muchos aspectos”.